De cuando ser feliz era encontrar el cartón suficiente para forrar los libros. De cuando bastaba con un par de zapatos y un chándal que ha pasado por tres generaciones para vestirse todo el año. De cuando el mayor logro suponía conseguir un lápiz de color por dos sorbos de agua en pleno mes de julio y a 50 grados. De cuando desayunar consistía básicamente en mojar pan en aceite o en té. De cuando mi madre me lavaba la cara justo en la entrada de la jaima y me la secaba con su preciosa melhfa. De cuando mi padre me despertaba para rezar todas las madrugadas. De cuando mi juego preferido consistía en pasar las horas muertas en el tejado de casa. De cuando las mejores fiestas se hacían en casa de los abuelos con un candil medio-iluminando la jaima. De cuando el concepto de fiesta se refería única…
Ver la entrada original 86 palabras más
