LLUVIAS – Fernando Llorente – BUBISHER

No es Sevilla, pero la lluvia en la Badía también es una maravilla, no sólo porque transforma la dura y seca hermosura del desierto saharaui en un no menos hermoso paraíso de fresco verdor -todo el desierto, oasis-, sino también porque para ello hace brotar del suelo el alimento conveniente y necesario para una dieta saludable de los rebaños de cabras y camellos de los beduinos. La lluvia en la Badía es una bendición. Por el contrario, en los campamentos de refugiados saharauis, es una maldición, que a la dureza y sequedad de la “hammada”, añade destrucción: la lluvia, con la complicidad del viento derriba jaimas y deshace los beits de adobe, como se disuelve una onza de chocolate en leche caliente.

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