No todo pasa en el Este, Enric Juliana en LA VANGUARDIA

Enric Juliana

La exministra de Asuntos Exteriores Arancha González Laya advertía en el 2021 que la situación del Sáhara Occidental no se podía dejar pudrir. A mayor olvido, más riesgo de radicalización yihadista. Sin porvenir, sin horizontes, sin esperanza, el radicalismo religioso podía ser la última tentación de jóvenes desesperados.

A principios de esta década, el servicio de inteligencia español sabía que algo estaba pasando en los cinco campamentos de la región de Tinduf (Argelia), donde viven los saharauis fieles al ideal de independencia de su territorio. González Laya, hoy al frente de la Escuela de Asuntos Internacionales de París, esbozó una línea diplomática quizás imposible: buenas relaciones con Marruecos sin enfriar los canales con Argelia y el Frente Polisario. Una política del mundo de ayer, podría objetarse. Una política basada en la mediación constante, hoy casi imposible.

Estamos en un Weimar global. “La tecnología achata la geografía y una crisis sistémica puede surgir en cualquier momento y en cualquier lugar, puesto que todo es estratégico”, apunta Robert D. Kaplan en su último libro, La tierra baldía. Dicho en palabras de Mark Zuckerberg: “Muévete rápido y rompe cosas”. El lema de las big tech es hoy un principio universal de acción política.

En abril del 2021, Marruecos vio que tenía la oportunidad de moverse rápido y romper algunas cosas, como ya hiciera Hassan II en 1975 durante la agonía del general Franco. Pronto hará cincuenta años del inicio del drama saharaui.  Abril del 2021. Los servicios de inteligencia marroquíes se enteraron con gran prontitud de que el líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, había sido ingresado en una clínica de Logroño para ser tratado de una grave infección por la covid. Argelia había pedido la hospitalización y las autoridades españolas aceptaron, sin informar a Marruecos. Ghali llegó al aeropuerto de Logroño con una identidad argelina falsa y al cabo de unos días la información ya estaba en Rabat. La crisis fue fulminante, la recordamos todos. Congelación de las relaciones diplomáticas y avalancha humana en Ceuta, promovida por las autoridades marroquíes. Movilización del Ejército español en Ceuta y viaje relámpago de Pedro Sánchez a la ciudad. Hubo aquellos días una gran frialdad de Estados Unidos ante la protesta de España. Retengamos ese dato.

El frío mensaje norteamericano era el siguiente: España debía reajustar su posición sobre el Sáhara Occidental, tal y como estaba haciendo la Administración Biden, sin llegar al extremo de Donald Trump en las postrimerías de su primer mandato, que había reconocido plenamente la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental con la única condición del pleno restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Marruecos e Israel, en el marco de los Acuerdos de Abraham.  Antony Blinken, versallesco secretario de Estado si lo comparamos con el actual paisanaje de la Casa Blanca, aceptaba que el Sáhara Occidental se convirtiese en una región autónoma de Marruecos, bajo acuerdo y supervisión de la ONU.

Sánchez captó el mensaje. Reorganizó el Gobierno en julio del 2021, entregó la cabeza de González Laya y encomendó al nuevo ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ajustar la relación con Estados Unidos y superar cuanto antes la crisis con Marruecos. En marzo del 2022 se aceptó la fórmula marroquí de regionalización –con sello de la ONU–, y en julio de aquel año, la cumbre de la OTAN en Madrid fue un gran éxito escénico de la diplomacia española, al que se añadió un pacto con Estados Unidos para la ampliación de la base naval de Rota. Alberto Núñez Feijóo, recién estrenado líder del Partido Popular, felicitó al Gobierno. ¡Qué tiempos!

Posteriormente, Alemania, Francia y el Reino Unido, entre otros países, han expresado su apoyo a la regionalización del Sáhara. Todos los vientos soplan hoy a favor de Marruecos, Trump ha regresado al poder, todo el mundo mira al Este, no debería sorprendernos que Estados Unidos habrá un consulado en territorio saharaui, los campamentos de Tinduf se han perdido en el olvido occidental, y fuentes de la inteligencia española alertan ahora que una decena de jóvenes saharauis podrían estar en la cúpula del Estado Islámico en el Sahel.Lee también

Saharauis radicalizados han llegado a la cúpula del Estado Islámico en el Sahel

El Sahel. Sánchez deberá acudir a la asamblea general de la OTAN, el 22 de junio en La Haya, con la carpeta del Sahel bajo el brazo. Frente al fortísimo desplazamiento del centro de gravedad europeo hacia el Este, como consecuencia de la guerra de Ucrania, España deberá efectuar una llamada de atención sobre el norte de África y la gran franja sahariana, que Francia se ha visto obligada a abandonar por agotamiento histórico, siendo parcialmente reemplazada por Rusia y sus mercenarios.

Eldiario italiano Corriere della Sera informaba ayer que Sánchez y Giorgia Meloni  mantuvieron un encuentro no comunicado a la prensa durante la cumbre europea celebrada en Tirana (Albania) el pasado 16 de mayo. La reunión habría tenido lugar a petición de Sánchez, subraya el periódico. Hablaron del gasto militar, de la cumbre de la OTAN, del presupuesto europeo y de otros asuntos. (Hablaron, con toda seguridad, de la oficialidad del catalán, el vasco y el gallego en la Unión Europea, iniciativa que el Gobierno italiano rechaza). Es una significativa filtración. Meloni parece comunicar su disposición a pactar algunos asuntos con España, pese a las diferencias políticas e ideológicas con Sánchez.

“Cuando Italia y España se unen, la Unión Europea se mueve”, dice el Corriere. Puede ser un mero efecto óptico, un trampantojo, un movimiento táctico de Meloni para reforzar su peso político en la UE después de hacer las paces con Emmanuel Macron (habrá que ver cuanto dura ese armisticio), pero España e Italia tienen un serio problema en el Sahel. En el caso italiano, el problema empieza en las costas de Libia, a cuatro horas en barco desde Sicilia.


Saharauis radicalizados han llegado a la cúpula del Estado Islámico en el Sahel

La lucha contra el terrorismo

Fuentes de la Inteligencia española expresan su preocupación por el fenómeno

A vehicle allegedly belonging to the Islamic State group in West Africa (ISWAP) is seen in Baga on August 2, 2019. Intense fighting between a regional force and the Islamic State group in West Africa (ISWAP) has resulted in dozens of deaths, including at least 25 soldiers and more than 40 jihadists, in northeastern Nigeria. ISWAP broke away from Boko Haram in 2016 in part due to its rejection of indiscriminate attacks on civilians. Last year the group witnessed a reported takeover by more hardline fighters who sidelined its leader and executed his deputy. The IS-affiliate has since July 2018 ratcheted up a campaign of attacks against military targets. (Photo by AUDU MARTE / AFP)
Un vehículo atribuido al Estado Islámico-Provincia de África Occidental (ISWAP), en una imagen de archivo  AUDU MARTE / AFP

Joaquín Vera

Los servicios de Inteligencia e Información monitorizan con una preocupación cada vez más notoria la intensificación de la amenaza yihadista en el triángulo de países del Sahel (Mali, Burkina Faso y Níger), que van camino de convertirse en un santuario terrorista, y la expansión geográfica de las filiales de las principales organizaciones (Al-Qaeda y Estado Islámico), que si bien han mantenido hasta ahora una agenda regional como prioridad operativa, “la situación puede cambiar en cuestión de semanas o meses girando contra intereses occidentales”, alertan a La Vanguardia fuentes de contraterrorismo de máxima solvencia.

La amenaza terrorista para España proviene de los dos grupos que campan a sus anchas en la inestable zona. El primero, Jama’at Nusrat al Islam wa al Muslimeen (JNIM), porque aspira a extenderse hacia el Magreb, pudiendo —de lograr sus objetivos— situar a los yihadistas en el patio trasero de la Península. El segundo, Estado Islámico-Provincia de África Occidental (ISWAP), mucho más violento, porque en su cúpula se encuentran líderes saharauis radicalizados capaces de incitar a actores solitarios a perpetrar atentados en suelo europeo.https://datawrapper.dwcdn.net/BYG35/

Se trata de una decena de saharauis, concretan fuentes de Inteligencia, que nacieron en los campamentos de Tinduf (Argelia) y que formaron parte del programa Vacaciones en Paz, que permite a niños y niñas pasar el verano en España, fuera de las duras condiciones de vida del desierto y de los campos de personas refugiadas. De ahí que dominen el castellano, tal y como han podido constatar los servicios de inteligencia, desde donde se resalta que los “únicos cristianos” a los que han tenido acceso en su vida este grupo de yihadistas son las familias españolas con las que pasaron los meses estivales de su infancia.

La amenaza se ha intensificado en el triángulo de países que forman Mali, Burkina Faso y Níger

Las unidades de Información han detectado un incremento de la actividad yihadista durante esta semana, en la que los musulmanes celebraron ayer su importante Fiesta del Cordero. Las organizaciones terroristas, que mantienen una guerra de desgaste en los últimos años contra las juntas militares golpistas, han atacado campamentos militares de gran importancia estratégica en el sur de Mali y en el norte de Burkina Faso.

Los expertos en la lucha antiterrorista no tienen dudas de que los grupos yihadistas cuentan con capacidad operativa más que suficiente para tomar las capitales, pero su interés se centra en controlar antes por completo las zonas rurales. Una vez cumplan ese objetivo, Bamako, Uagadugú y Niamey no podrían tardar en caer, como lo hicieron Damasco (Siria) y Kabul (Afganistán). Una de las mayores preocupaciones en el Departamento de Seguridad Nacional es ese, que esta zona se descontrole por completo. Y ahora, según las mismas fuentes, el momento es “clave porque la situación podría dar un vuelco”.https://datawrapper.dwcdn.net/86bMi/

España, al igual que el resto de socios comunitarios se ha podido permitir poner el foco en el flanco este, tras el inicio de la guerra en Ucrania, pese a la gran amenaza que supone la frontera sur. Esto, en gran medida, se debe a la decisión táctica tomada por los líderes yihadistas de centrar su agenda en la derrota de los militares golpistas africanos, que están recibiendo gran ayuda de mercenarios rusos (antes Wagner, ahora África Corps). Los fanáticos religiosos del Sahel, con la intención de desviar la atención, lanzaron el mensaje a occidente de que no tenían nada que temer por su parte, siempre y cuando los países europeos no se inmiscuyesen en su territorio. “Esta es nuestra guerra, si vienes te convertirás en un objetivo legítimo”, resume un experto en contraterrorismo la advertencia, que captó la Unión Europea, que el pasado año replegó sus últimos soldados que tenía en la zona, entre ellos un último reducto de uniformados españoles. En el Ministerio de Defensa que dirige Margarita Robles siempre abogaron por permanecer, aunque fuese de manera testimonial, en el Sahel, llegando a considerar un error la decisión de no prorrogar las misiones.

No obstante, hay razones que invitan a pensar que Europa está a tiempo de ponerse las pilas. Tanto la filial de Al-Qaeda como del Estado Islámico en el Sahel atraviesan una crisis de liderazgo, que está, por un lado, impidiendo la movilización masiva para enrolarse en sus filas, y por otro, propiciando las disputas internas dentro de las organizaciones. Además, la propaganda, clave para los procesos de auto radicalización exprés, está en manos de proxis externos porque se ha evidenciado que los grupos han perdido un gran músculo en este ámbito tras la caída del Califato en Siria. Pero, sobre todo, tranquiliza por el momento en los servicios de Información la incapacidad para enviar combatientes, listos para perpetrar ataques terroristas, a suelo occidental. Los grupos yihadistas se verían obligados a recurrir a las mafias que trafican con seres humanos para colar a sus combatientes entre las personas que transitan por las vías migratorias que llegan a Europa.

¿Están entrando personas afines a los grupos terroristas a través de alguna ruta migratoria? “Pocos”, aseguran fuentes de Inteligencia, quienes admiten que si se produce un giro en las órdenes tácticas de las organizaciones yihadistas, estas podrían tener una ruta de acceso “muy fácil” a través de las vías de inmigración. Se da la circunstancia que tanto JNIM como ISWAP tienen entre sus filas de Mali y Burkina Faso una fuerte presencia de la etnia nómada peuls o fulanis. En el caso de JNIM los peuls suponen en torno a un 75% de los adeptos a la organización, mientras que en ISWAP esta cifra se eleva hasta el 90%.

Las células terroristas ven en las mafias que trafican con migrantes una vía para colar a sus soldados en Europa

La presencia mayoritaria en las células terroristas ha puesto en el punto de mira de los ejércitos del Sahel a esta comunidad, provocando una enorme marginación, obligándoles a desplazamientos forzosos –aquellos que se libran de las masacres–. La mayoría está poniendo rumbo a Mauritania, al campo de refugiados de M’Berra, donde según los últimos datos, unas 200.000 personas tratan de sobrevivir en condiciones infrahumanas. Se da la circunstancia de que la mayoría de cayucos que actualmente llegan a las islas canarias proceden de las costas mauritanas. Además, los malienses han superado en el último año al resto de nacionalidades de los migrantes que entran irregularmente en el archipiélago a través de cayucos.