Mohamed Bani: El rostro de la resistencia saharaui en las prisiones marroquíes – Victoria G. Corera

Mohamed Bani, también conocido como Mohamed Ahnini Arwa Bani, es uno de los activistas saharauis más destacados en el caso Gdeim Izik, que simboliza la lucha por los derechos de los saharauis en el Sáhara Occidental. Este territorio, que desde 1975 permanece bajo ocupación marroquí, ha sido escenario de conflictos políticos y sociales, protagonizados por una población saharaui que reivindica su derecho a la autodeterminación y la independencia.

Contexto del Campamento de Gdeim Izik

El Campamento de Gdeim Izik fue erigido en octubre de 2010 como un acto de protesta pacífica contra la discriminación, las condiciones de vida precarias y la falta de oportunidades para los saharauis bajo la administración marroquí. Miles de personas se reunieron en las afueras de El Aaiún, capital del Sáhara Occidental, para exigir reformas sociales y económicas. Este movimiento pacífico fue visto como una expresión de resistencia popular y llamó la atención de organizaciones internacionales.

Sin embargo, el campamento fue desmantelado violentamente por las fuerzas de seguridad marroquíes en noviembre de 2010, lo que desencadenó enfrentamientos y detenciones masivas. Mohamed Bani fue uno de los detenidos, junto con otros 24 activistas que conforman el grupo conocido como «los presos de Gdeim Izik.»

Condena de Mohamed Bani y críticas al juicio

Mohamed Bani fue condenado a cadena perpetua en un juicio celebrado en Marruecos que ha sido ampliamente cuestionado por su falta de garantías legales. Según diversos informes, el proceso judicial estuvo plagado de irregularidades, y las sentencias se basaron principalmente en confesiones obtenidas bajo tortura. Estas prácticas, denunciadas por organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, violan los principios fundamentales de derechos humanos y el derecho internacional.

El caso de Mohamed Bani es emblemático porque destaca la realidad de los presos políticos en Marruecos, quienes son encarcelados por su activismo y oposición a la ocupación del Sáhara Occidental. Las condiciones en las cárceles marroquíes son alarmantes; Mohamed Bani ha sido víctima de malos tratos, agresiones físicas y aislamiento prolongado, lo que ha afectado gravemente su salud.

Impacto en la lucha por los derechos saharauis

La historia de Mohamed Bani y sus compañeros refleja las tensiones políticas en el Sáhara Occidental, donde la población saharaui enfrenta un entorno de represión y marginación. Aunque Marruecos considera el territorio como parte de su soberanía, la comunidad internacional reconoce el derecho del pueblo saharaui a decidir su futuro a través de un referéndum, tal como lo establece la ONU.

El caso de los presos de Gdeim Izik ha servido para visibilizar las violaciones de derechos humanos en el Sáhara Occidental y movilizar el apoyo de activistas y entidades globales. Numerosas campañas han exigido la liberación de los presos políticos y el respeto a los derechos fundamentales en la región.

Mohamed Bani como símbolo de resistencia

A pesar de las adversidades, Mohamed Bani se ha convertido en un símbolo de resistencia y determinación. Su encarcelamiento injusto ha despertado la solidaridad de movimientos pro derechos humanos y ha reforzado la narrativa de lucha pacífica del pueblo saharaui. La resistencia saharaui, encarnada en figuras como Bani, no solo busca la libertad personal de los presos políticos, sino también una solución justa y duradera al conflicto en el Sáhara Occidental.

¿Qué puedes hacer para apoyar la causa?

Si deseas mostrar solidaridad con Mohamed Bani y otros presos políticos saharauis, puedes participar en campañas de sensibilización, escribir cartas a las organizaciones internacionales que monitorean derechos humanos y presionar a los gobiernos para que adopten posturas firmes sobre la situación en el Sáhara Occidental. Cada acción suma en la lucha por la justicia y la libertad.

Naâma Asfari: La resistencia de un defensor saharaui en las cárceles marroquíes – Por Victoria G. Corera

Naâma Asfari es uno de los rostros más destacados de la resistencia pacífica saharaui. Activista comprometido con la autodeterminación del Sahara Occidental, su trayectoria como defensor de los derechos humanos está teñida de valentía y sacrificio. Encarcelado desde 2010 en condiciones inhumanas, su caso evidencia la represión sistemática contra quienes luchan por la libertad en este territorio ocupado por Marruecos.

El inicio de la lucha

Desde joven, Naâma Asfari mostró una profunda conexión con su identidad saharaui y los valores de justicia y dignidad. Como copresidente del Comité para el Respeto de las Libertades y los Derechos Humanos en el Sahara Occidental, dedicó su vida a denunciar las violaciones de derechos humanos cometidas en la región. Su activismo ganó reconocimiento internacional, pero también lo convirtió en objetivo del aparato represivo marroquí.

Su detención en 2010, en el contexto del desmantelamiento violento del campamento de protesta de Gdeim Izik, marcó un punto de inflexión en su vida y en la lucha saharaui. Este campamento, conocido como «la primavera árabe olvidada», reunió a miles de saharauis que demandaban derechos básicos y el fin de la ocupación. Para Marruecos, Gdeim Izik representaba una amenaza, y la represión no tardó en llegar.

Un juicio injusto y la sombra de la tortura

Tras su arresto, Naâma fue sometido a un juicio militar plagado de irregularidades. Las confesiones utilizadas en su contra fueron obtenidas bajo tortura, un hecho documentado por organizaciones como Amnistía Internacional. A pesar de las denuncias, en 2013 fue condenado a 30 años de prisión, junto a otros activistas saharauis, en lo que muchos consideran un juicio político diseñado para silenciar voces críticas.

Una resistencia forjada en las cárceles

Torturas físicas y psicológicas documentadas por organizaciones internacionales

Naama Asfari ha sido víctima de torturas repetidas desde su detención en 2010, un hecho que ha sido denunciado por numerosas organizaciones internacionales como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y el Comité contra la Tortura de la ONU. Entre las formas de tortura física se incluyen golpes, descargas eléctricas y prácticas que lo llevaron al extremo de su resistencia física. Se sabe que fue amarrado en posiciones dolorosas durante horas y privado de sueño, técnicas diseñadas para quebrar su voluntad.

La tortura psicológica ha sido igualmente brutal. Amenazas constantes contra su vida y la de sus seres queridos, insultos y humillaciones diarias se han utilizado para desmoralizarlo. Estas prácticas buscan no solo castigarlo, sino también enviar un mensaje intimidatorio a otros activistas saharauis. A pesar de las pruebas documentadas y de las denuncias, las autoridades marroquíes han negado sistemáticamente estas acusaciones, perpetuando un ciclo de impunidad.

Aislamiento, falta de atención médica y restricciones en las visitas familiares

Las condiciones de encarcelamiento de Naama Asfari en las cárceles marroquíes se caracterizan por el aislamiento prolongado, lo que tiene graves impactos en su salud mental. Este aislamiento lo mantiene alejado de otros presos y de cualquier forma de interacción humana significativa. Además, se le ha negado sistemáticamente el acceso a atención médica adecuada, incluso cuando su estado de salud lo ha requerido urgentemente. Por ejemplo, ha habido informes de problemas dentales y dolores crónicos no tratados.

Las restricciones en las visitas familiares son otro aspecto desgarrador. Claude Mangin, su esposa, ha enfrentado múltiples prohibiciones para visitarlo, con el pretexto de razones de seguridad. Esto no solo ha afectado emocionalmente a Naama, sino que también ha limitado su acceso a noticias del exterior y al apoyo moral que necesita. La desconexión impuesta entre él y su familia es una forma calculada de aislamiento emocional que amplifica su sufrimiento.

Testimonios de Naama desde la prisión: intelecto y resistencia

A pesar de las condiciones extremas, Naama Asfari ha encontrado formas de mantener su resistencia intelectual y emocional. Sus testimonios desde la prisión revelan cómo se ha aferrado a su disciplina intelectual como un refugio frente a la adversidad. Ha profundizado en la lectura de filósofos como Jean-Paul Sartre y Albert Camus, cuyas reflexiones sobre la libertad, la resistencia y el sentido de la vida lo han ayudado a reafirmar su convicción en la lucha por su pueblo.

La obra de Sartre y su concepto de «existencia precediendo a la esencia» resuena profundamente en la lucha de Naama, recordándole que cada decisión y acción forma parte de su resistencia activa. Por otro lado, los escritos de Camus sobre el absurdo y la rebelión lo han animado a encontrar significado incluso en las circunstancias más inhumanas. Estas lecturas no solo han sido un sustento intelectual, sino también una forma de mantenerse conectado con sus ideales y de inspirar a otros.

Naâma ha llevado a cabo múltiples huelgas de hambre para protestar contra las condiciones inhumanas de su detención y exigir justicia. Sus escritos y testimonios desde la prisión han revelado al mundo la gravedad de las violaciones de derechos humanos en las cárceles marroquíes, convirtiéndose en un faro de esperanza para la causa saharaui.

La lucha desde el exterior: la marcha por la libertad

Una pieza fundamental en la lucha por la liberación de Naâma es el papel de su esposa, Claude Mangin. En un acto de amor y solidaridad, Claude ha impulsado numerosas iniciativas, incluyendo la destacada «Marcha por la Libertad». Este movimiento, que recorrerá varias ciudades francesas y españolas, busca no solo visibilizar el caso de Naâma, sino también dar voz a la causa saharaui. La marcha, llena de simbolismo y resiliencia, movilizará a activistas, políticos y ciudadanos comprometidos con los derechos humanos, llevando el mensaje de justicia y libertad más allá de las fronteras.

Su situación actual

En la actualidad, Naâma se encuentra recluido en la prisión de Kenitra, lejos de su familia y de su tierra natal. Las condiciones siguen siendo precarias, y los informes de tortura y malos tratos continúan. En respuesta a estas violaciones, Claude Mangin sigue liderando una campaña incansable, utilizando plataformas internacionales para denunciar las injusticias y exigir un cambio.

El caso de Naâma también ha llegado al Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas, que ha instado a Marruecos a investigar las denuncias de tortura y garantizar un juicio justo. Sin embargo, las autoridades marroquíes han ignorado estas demandas, perpetuando un ciclo de impunidad.

La relevancia de su lucha

La historia de Naâma Asfari es un recordatorio poderoso de la resistencia frente a la opresión. Su caso ha expuesto las prácticas represivas de Marruecos y ha movilizado a defensores de los derechos humanos en todo el mundo. Además, su valentía ha inspirado a una nueva generación de activistas saharauis, que continúan la lucha por la autodeterminación de su pueblo.

Conclusión

La liberación de Naâma Asfari y otros presos políticos saharauis es una cuestión de justicia y dignidad. Su caso simboliza la lucha más amplia del pueblo saharaui por su derecho a decidir su propio destino. Mientras Naâma sigue resistiendo desde la prisión, la solidaridad internacional, alimentada por movimientos como la marcha por la libertad de Claude Mangin, es crucial para mantener viva la esperanza y exigir un futuro libre para el Sahara Occidental.

50 años de traición al pueblo saharaui – Victoria G. Corera

Es hora de que las naciones y los ciudadanos del mundo exijan justicia para el Sahara Occidental, un pueblo que lleva medio siglo resistiendo con una dignidad inquebrantable.

Introducción: Han pasado cinco décadas desde que el pueblo saharaui se vio arrastrado a una tragedia política y humanitaria de enormes proporciones. Con promesas incumplidas, traiciones diplomáticas y una ocupación prolongada, esta comunidad lleva 50 años luchando por su legítimo derecho a la autodeterminación. Mientras la comunidad internacional sigue ofreciendo palabras vacías y poco acción, los saharauis resisten con dignidad. En este artículo analizo cómo medio siglo de indiferencia y complicidad global han perpetuado su sufrimiento y obstaculizado su libertad.

1. Contexto histórico: De colonia española a territorio olvidado La historia del Sahara Occidental es una crónica de promesas rotas y abandono. Hasta 1975, el territorio era una colonia española, donde el Frente Polisario surgió como un movimiento anticolonialista legítimo que buscaba la independencia del pueblo saharaui. Sin embargo, en lugar de cumplir con su responsabilidad de descolonización, España firmó los ilegales Acuerdos de Madrid, cediendo el control del territorio a Marruecos y Mauritania.

El Tribunal Internacional de Justicia ya había dejado claro que las reivindicaciones de soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental carecían de base legal. A pesar de esto, Marruecos, con el respaldo de aliados internacionales, ocupó el territorio por la fuerza, desplazando a miles de saharauis a los campos de refugiados en Tinduf, Argelia, donde más de 170.000 saharauis aún viven hoy en condiciones extremadamente precarias.

2. Las promesas incumplidas de la comunidad internacional Desde la aprobación en 1991 del plan de paz auspiciado por la ONU, que incluía un referéndum de autodeterminación, el pueblo saharaui ha esperado en vano que esta promesa se haga realidad. Marruecos ha obstaculizado constantemente el proceso, mientras la comunidad internacional ha adoptado una postura tibia.

Países como Francia, con intereses estratégicos en Marruecos, han bloqueado cualquier avance significativo en el Consejo de Seguridad de la ONU, priorizando alianzas geopolíticas sobre los derechos humanos y la justicia. Mientras tanto, España, el antiguo poder colonizador, ha optado históricamente por una postura ambigua, con gobiernos que, en su mayoría, han preferido eludir la responsabilidad histórica, hasta la llegada del Gobierno de Sánchez que ha abanderado la última traición al pueblo saharaui y su futuro.

3. Derechos humanos en el Sahara Occidental ocupado El Sahara Occidental bajo ocupación marroquí es un epicentro de represión sistemática. Los activistas saharauis enfrentan detenciones arbitrarias, torturas y hostigamiento constantes. Las organizaciones de derechos humanos han documentado múltiples casos de presos políticos, algunos de los cuales languidecen en cárceles marroquíes bajo condiciones inhumanas y sin acceso a juicios justos.

Además, Marruecos continúa explotando los recursos naturales del territorio ocupado, incluyendo fosfatos, pesca y energías renovables, sin beneficiar a la población saharaui. Este saqueo económico agrava aún más la situación y refuerza la opresión.

4. La resistencia del pueblo saharaui A pesar de las adversidades, la resistencia saharaui se mantiene firme. El Frente Polisario sigue siendo la voz legítima del pueblo saharaui, luchando incansablemente por su reconocimiento a nivel internacional. Los campamentos de refugiados en Tinduf son testimonio de la fortaleza y resiliencia de este pueblo. Aquí, generaciones enteras han crecido con un solo objetivo: regresar a su tierra natal y vivir en libertad.

Mientras tanto, la diáspora saharaui juega un papel crucial en la difusión de su causa, organizando campañas de concienciación y movilizando a la sociedad civil en Europa y otras regiones.

Conclusión: La historia del Sahara Occidental es una herida abierta en la conciencia internacional. Mientras la comunidad global siga priorizando intereses políticos y económicos sobre los derechos humanos, el pueblo saharaui continuará enfrentando una lucha desigual. Estos 50 años de traición no han roto su espíritu, pero el tiempo de las palabras vacías ya ha pasado. Es hora de que las naciones y los ciudadanos del mundo exijan justicia para el Sahara Occidental, un pueblo que lleva medio siglo resistiendo con una dignidad inquebrantable.